El mundo comienza
y termina en la calle principal de la isla, de ella se desprenden
senderos cuesta arriba o filamentos de arena que dan al mar.
Se habla fuerte y rápido.
Sólo un viajero avezado puede
descifrar la bulla de los puestos de feria en el esplendor de la mañana.
Junto a la escalera de la iglesia una hilera de hombres
fornidos esperan con sus carretillas que alguien le ceda sus valijas.
Al
costado del platón se lee con pintura blanca la palabra “taxi”.
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