La oruga por Kevin Jones

 



LOS AZAHARES QUE CAEN (POR KEVIN JONES) SOBRE LA ORUGA, DE MARISA NEGRI





Son las orugas, y no las bellas mariposas ni la deslumbrante metamorfosis, quienes ostentan el título, el nombre, el sitio principal. Las orugas, es decir, la prehistoria. Aquello que fuimos antes de ser quienes seremos.
Todo pende de un hilo. La crisálida se balancea, en el riesgo de perderse, de no alcanzar destino. ¿Pero es que habrá destino? ¿La transformación es un destino escrito en nuestra historia, en las misteriosas instancias de nuestro cuerpo para ser leído por el tiempo? ¿Cabe un cuerpo en otro?
Uno de los momentos más hondamente reflexivos de La oruga (La ballesta magnífica, 2022) habla acerca de lo que queda de un cuerpo cuando es otro, cuando se está convirtiendo en otro:
Como los azahares que caen
para ver formarse el fruto
como la semilla alada del fresno que aguarda
la hora de partir
tener un cuerpo
ya no significa existir bajo una forma.
Los azahares caen, las semillas aguardan. La gracia de estas comparaciones reside en no encontrar un centro. ¿Como tener un cuerpo o como ser semilla, ser perfume? ¿A quién se compara con quién? El encabalgamiento del verso central ("tener un cuerpo") se vuelve engañoso, doble como las comparaciones y vale en el poema tanto hacia arriba como hacia abajo de ese cuerpo, el del texto, sin definirlo. ¿A cuántas metamorfosis del poema hemos asistido a lo largo de estos años cuando abrimos estos poemarios?
Tener un cuerpo ya no significa existir bajo una forma. Algo similar podría decirse de la voz poética de Marisa Negri, quien ha dedicado su vida a tramar allí un tamiz suficientemente leve para dejar pasar por sí mismo estas novelas de la belleza. En ellas se deshacen cosmos familiares y comunitarios, pero también historias lejanas. Todo es puesto en una misma superficie de belleza, desde la que las escenas se insinúan, sin apabullarnos, y sin dar paso al yo. La voz poética de Marisa hace ya mucho tiempo que comenzó su metamorfosis. Ella ha hecho de cada poemario una crisálida.
Pero regresemos a esto otro. Tener cuerpos, y no formas. Existir en medio, con cuerpo pero sin forma. La belleza se ubica allí en los límites de la vida. El poema citado pertenece a las últimas páginas de La oruga, termina de decir algo que ya desde un comienzo insectos, hojas de ingá, brillante rocío nos anunciaban. No somos esto. "Después todo será un soplo".
Hacernos conscientes de la transformación requiere atender los signos iridiscentes. Encontrar el presente horadado por otros tiempos que entran en nosotros, lentos pero deseantes.:
También la oruga
se amortaja
en el árbol
y espera la primavera
para resplandecer.
¿Cuántas veces quisimos ser otras? ¿Supimos entonces el calibre, el peligro de nuestro deseo? Las mariposas usan, nos informa el libro, sus pigmentos alares para espantar los predadores. Las mariposas, nos dice este libro mientras corta por cada palabra un verso, están toda su vida en peligro. ¿De qué hablan estos poemas?
Cosen y cantan
mientras el peligro acecha.
¿Podemos vernos en esa imagen? Labran las mariposas sobre las texturas del mundo, mientras el peligro acecha. Pende nuestra vida del hilo tenue de la crisálida, hasta que la hoja del ingá ya no soporte nuestro peso y caigamos a tierra. ¿Caigamos...?
Hay que subvertir todo orden, nos dicen estos poemas. Las orugas crisalidan pies hacia arriba, cabeza hacia abajo, nos dicen estos poemas.
Estos poemas zumban en nuestro pensamiento. ¿Qué cálculos está haciendo la voz con el tiempo? Hay que subvertir todo orden, tener un cuerpo ya no significa existir bajo una forma. Entonces... ¿en verdad caeremos? ¿En verdad volaremos? No se trata de saber, sino precisamente de no saber. Nosotras también cosemos y cantamos mientras el secreto sigue a nuestro alrededor sin sernos aún revelado.

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